sábado, 29 de junio de 2013

LA DIETA DE LAS COMBINACIONES DE ALIMENTOS

Por ,

Existe un amplio estudio sobre la combinación de alimentos como una estrategia para mejorar la salud.
Desde principios del siglo XX, diversos médicos y nutriólogos han propuesto empíricamente estrategias para bajar de peso o evitar la inflamación estomacal y otros problemas relacionados con el sistema digestivo, al evitar la combinación de ciertos alimentos. A estas estrategias alimenticias se les conoce como trofología.
Aunque no existe un perfil científico que soporte la idea de que seguir la dieta de las combinaciones aporte beneficios para la salud o ayude a bajar de peso, lo cierto es que se fundamenta en un concepto bastante conocido de la salud: todos hemos tenido la experiencia de que ciertos alimentos, si se combinan, causan pesadez, inflamación o dolor estomacal.
Dietas como la macrobiótica y estudios de alimentación antropológica han señalado que la combinación de ciertos alimentos dificulta la absorción de nutrientes. El caso más evidente es el de incluir, alcohol, frutas o postres al terminar la comida, pues el azúcar puede provocar que otros alimentos se fermenten, causando gases y que sus nutrientes no se puedan aprovechar.

La dieta Hay

Posiblemente la dieta de combinaciones más conocida es la dieta del Doctor Hay, propuesta en los primeros años del siglo pasado.
El doctor William Howard Hay fue un cirujano estadounidense que padeció una enfermedad conocida como “enfermedad de Bright”. Años después, el término cayó en desuso por avances de la medicina, pero en los años del doctor Hay no había un tratamiento efectivo para ella.
El doctor Hay utilizó tratamientos alternativos para curarse a sí mismo y se interesó en el efecto que ciertos alimentos tenían sobre los niveles de acidez y alcalinidad en el organismo. Fue con una dieta de combinación de alimentos que asegura haberse curado a sí mismo.
Su dieta está basada en la idea de que los carbohidratos y las proteínas son digeridos de forma distinta por el organismo, y que por lo tanto no deben consumirse juntos.
Esta opinión es antagónica a la propuesta del doctor Barry Sears, según el cual, la mejor alimentación incluye porciones de proteínas, carbohidratos y grasas en cada comida (lee más sobre la Dieta de La Zona).
La dieta Hay busca corregir tres vicios característicos de la alimentación moderna: mala eliminación del sistema digestivo (lee sobre la terapia de limpieza de colon), los niveles de acidez en la ingesta de la dieta moderna, y la incompatibilidad de muchos alimentos.

Los grupos y sus combinaciones

El doctor Hay estableció entonces un sistema de asociación de distintos alimentos y los repartió en grupos. Estos grupos se repiten en términos generales en todas las dietas de combinaciones:
  • Proteínas
  • Carbohidratos
  • Frutas ácidas
  • Frutas semi ácidas
  • Grasas
  • Vegetales
  • Lácteos
  • Derivados de la leche

Las reglas para la combinación de los distintos grupos son complejas y varían según la propuesta y las nuevas teorías. Además, la pertenencia de un alimento a un grupo o a otro depende de factores que muchas veces no es posible medir y terminan siendo consideraciones subjetivas.
En general, existen cuatro fundamentos que pueden aplicarse y que son constantes en muchas de las propuestas de combinación de alimentos:
  1. Las proteínas y los carbohidratos no deben mezclarse. Esta es quizás la regla de la trofología más difícil de seguir, debido a su alta incidencia en la dieta moderna: desde una hamburguesa hasta arroz con frijoles, buena parte de la cultura alimenticia mezcla ingredientes de estos grupos. (Conoce más sobre formas responsables de consumir carnes rojas)
  2. Las frutas no se deben  mezclar. Algunas dietas argumentan que sólo algunas frutas no deben mezclarse y otras que las frutas no deben combinarse ni siquiera entre sí. En términos generales, son el alimento que menos se combina y es mejor comerlas solas, o dejar 20 minutos entre la fruta y algún otro alimento.
  3. Las verduras se mezclan con todo. Aunque también hay distinciones entre calidades de verduras, en general, éstas van bien con cualquiera de los grupos, a menos que se trate de vegetales ricos en carbohidratos. Aun así, son consideradas un grupo neutral que puede acompañar carnes, cereales, lácteos y en ocasiones hasta frutas.
  4. Las carnes pueden mezclarse entre sí. Ésta es, también, otra regla polémica, pero puede aplicarse en seguimiento a la mayoría de las dietas de combinaciones. La excepción es mezclar carnes con lácteos o derivados (lee sobre los efectos de los lácteos en la salud.
Otra versión de la dieta de combinaciones prohíbe realizar las siguientes nueve combinaciones:
  1. Carbohidratos y carbohidratos
  2. Carbohidratos y frutas ácidas
  3. Carbohidratos y proteínas
  4. Carbohidratos y azúcares
  5. Proteínas y frutas ácidas
  6. Proteínas y proteínas
  7. Proteínas y grasas
  8. Melón y cualquier otro alimento
  9. Leche y cualquier otro alimento
La complejidad de las restricciones de la trofología y lo poco práctica que resulta para aplicarla en la dieta moderna, han vuelto de esta dieta una alternativa poco aplaudida y de pocos seguidores.





PROPIEDADES DEL APIO

Se ha utilizado desde tiempos históricos tanto en la cocina como por los boticarios. Además de su crujiente textura y sabor, es una verdura “equilibrante”.

A continuación te presentamos las diez cualidades más importantes del apio, que te ayudarán a mantener tu figura y a cuidar tu salud; además, una deliciosa receta para compartir con tu familia.

1. Reduce el colesterol: De acuerdo con investigadores de laUniversidad de Chicago, el apio reduce los niveles de colesterolhasta 7 puntos con tan sólo 2 tallos al día. También ayuda a incrementar la secreción de ácidos biliares, lo cual ayuda a remover elcolesterol del cuerpo.

2. Anticancerígeno: Un estudio encontró que este vegetal contiene una gran cantidad de compuestos que ayudan a prevenir la metástasisde las células cancerígenas, porque contiene unos compuestos llamados acetilénicos que detienen el crecimiento de los tumores.

3. Digestivo: El jugo de apio libera algunos nutrientes especiales de lafibra que ayudan a los movimientos intestinales, lo cual lo convierte en un laxante natural que ayuda a aliviar el estreñimiento.

4. Diurético: El potasio y el sodio del jugo de apio son unos poderosos reguladores de los fluidos corporales, que estimulan la producción de orina para deshacerse del exceso de fluidos; propiedades del apio para adelgazar.

5. Antiinflamatorio: El poliacetileno de las propiedades del apio para adelgazar es un alivio increíble para todos los tipos deinflamación, incluyendo la artritis reumática, la osteoartritis, la gota, el asma y la bronquitis.
6. Disminuye la presión sanguínea alta: Un compuesto llamado ftalida ayuda a relajar los músculos alrededor de las arterias, dilatando los vasos y permitiendo que la sangre fluya libremente.

8. Ayuda a perder de peso rápidamente: Tomar jugo de apio durante todo el día ayuda a restringir los antojos de dulce y comida chatarra. Te llena sin hacerte ganar kilos de más. Ésta es una de las propiedades del apio para adelgazar más importantes que existe.

9. Elimina y previene cálculos: Elimina toxinas del cuerpo , lo cual ayuda a romper y eliminar los cálculos urinarios y los de la vesícula biliar. El jugo ayuda a quienes han sufrido de cálculos a no padecerlos nunca más.

10. Aumenta la sexualidad: Es benéfico para la sexualidad débil, sin causar un deseo incontrolable como algunas drogas farmacéuticas tales como el viagra y similares. 

Tip: El apio puede prepararse en jugo con cualquier otra fruta o vegetal.
Cortesía: recetasyvinos.com

Ensalada Waldorf

Ingredientes:
200 gramos de apio
2 manzanas rojas
El jugo de 1 limón
50 gramos de nuez picada
4 cucharadas de mayonesa
1 chorrito de leche descremada
4 cucharadas de yogur natural descremado
1 lechuga orejona
Sal y pimienta al gusto

Preparación

Corta los tallos de apio en rodajas y reserva. Pela y corta las manzanas en rebanadas, rocíalas con el jugo de limón y mézclalas con el apio y la nuez; reserva.

Mezcla la mayonesa con la leche y el yogurt; sazona al gusto. Vierte la preparación sobre la mezcla de manzana, apio y nuez. Incorpora perfectamente todos los ingredientes. Sirve una cama de lechuga y encima la preparación.

¡Disfruta esta deliciosa receta y aprovecha todos los beneficios del apio!
SALUD180

lunes, 24 de junio de 2013

Régimen y salud, un tándem con muchos peligros


¿Quién no se ha dejado seducir alguna que otra vez por regímenes milagrosos? La rapidez anunciada, los kilos perdidos prometidos, la seguridad de tal clínica o tal médico y la garantía de permanecer delgado empujan cada año a muchas personas a someter su cuerpo a "la prueba", y al peligro.
Régimen y salud, un tándem con peligros  
© Thinkstock
Si bien la mayoría de regímenes, sea cual sea el método, realmente hacen adelgazar en la báscula, al menos durante los primeros meses, esta relativa eficacia no siempre va de la mano con la salud, sino todo lo contrario. La pérdida de peso no se efectúa solamente en los pequeños michelines de grasa poco favorecedores, sino también en los músculos y en la masa hídrica. Al llevar a cabo una restricción, estos regímenes imposibles se reducen a una privación calórica a menudo muy importante, lo cual no sólo provoca un efecto “yo-yo” garantizado, sino también una multitud de problemas sanitarios que todos los expertos en nutrición no consideran precisamente anodinos. 

Un yo-yo garantizado

Está más que demostrado que nos adelgazamos más rápido cuando nos sometemos a un régimen drástico, desequilibrado o “milagroso”, es decir, pasando hambre. Al menos al principio, porque al cabo de unas semanas no sólo comprobamos que no hemos perdido un solo gramo, sino que la báscula nos muestra que hemos engordado un poco. 
Éste es el fenómeno “yo-yo”: frente a una situación de privación o a fuerza de “hacer zapping” de un régimen a otro, pasando ciertas temporadas con una alimentación “normal”, el organismo disminuye su consumo de energía y quema más lentamente las calorías disponibles para proteger la supervivencia de la reserva de grasa. Nuestra “caldera” interior funciona peor, pero cuando volvemos a comer normal, lo cual siempre acaba ocurriendo debido a las frustraciones y a los resultados decepcionantes, ganamos más peso del que hemos perdido. 

Este es el efecto yo-yo, sin contar que por el camino se cambia el músculo por grasa. 

Un aislamiento social evidente

Para que una pérdida de peso sea eficaz, es necesario que el programa sea aceptable. Pero las obligaciones y las prohibiciones de estos regímenes, la contabilidad permanente de calorías, la absorción de azúcares junto con la toma exclusiva de sopa no favorecen un seguimiento regular… Además, ya puedes ir despidiéndote de la sociabilidad, del reparto de las comidas en familia, con los compañeros de trabajo o con los amigos, de la buena convivencia, de la duración habitual de “la toma alimenticia” y de la pausa para descansar; y da la bienvenida a la frustración, la acentuación de la soledad y al aislamiento del entorno. En caso de sobrepeso, éstos también serían los síntomas.

Carencias de micronutrientes de la cadena

La marginalización de varios grupos alimenticios durante la práctica de estos regímenes también acarrea cierto riesgo de carencias en cuanto a vitaminas, especialmente las del grupo B (ya que estos regímenes prohíben los elementos feculentos, como la carne) o las denominadas liposolubles (A, E y D). Esto es debido a que la mayoría recomiendan únicamente el consumo de preparados totalmente descremados y aconsejan la supresión de materia grasa, como el aceite o la mantequilla. También se observa muy frecuentemente que existen deficiencias en sales minerales, como en magnesio (que sobretodo se encuentra en alimentos de gran valor energético, como en el chocolate, los frutos secos o el plátanos) y en oligoelementos (hierro, cobre y zinc son a menudo los más afectados ya que los productos de origen animal se descartan de cualquier dieta). 
Las personas asiduas a estos pseudo regímenes suelen padecer consecuencias: fatiga nerviosa y física, problemas dermatológicos, caída del cabello, vértigo o una disminución radical de las defensas inmunitarias son algunas de ellas.

Carencias de ácidos grasos esenciales frecuentes

No debes olvidar que tanto los ácidos lípidos como los grasos son los nutrientes más densos en calorías (1gr. aporta 0 Kcal.; en cambio, la misma cantidad de azúcar sólo aporta 4). Recuerda que las substancias lipídicas son esenciales para el buen funcionamiento del organismo. Algunas ya se han mediatizado, como el famoso Omega 3, imprescindible para el funcionamiento y constitución de las membranas de las células, especialmente las cerebrales. Los regímenes demasiado restrictivos o poco comprometidos con la calidad nutricional de las grasas también suelen ser fuente de problemas de memoria, concentración, depresión y pueden provocar problemas cardiovasculares porque no aportan los elementos protectores. 

Un debilitamiento muscular inquietante

Régimen y salud, un tándem con peligros  
© Thinkstock
Además, cuando la ingestión calórica es muy baja, el cuerpo está obligado a encontrar “carburante” energético de todas formas en sus propias reservas, algunas adiposas (que son las grasas de reserva), pero también proteicas. A partir de éstas últimas fabrica los ácidos aminados de la glucosa que faltan en cualquier alimentación restrictiva. De esta forma, como las proteínas son sobre todo moléculas de estructura al nivel de las fibras musculares, los músculos tienden a adelgazar durante los regímenes hipocalóricos. Pero son precisamente los músculos los que representan la masa activa del cuerpo, la que no sólo nos hace movernos, sino también la que nos hace permanecer “rígidos”. A menudo se observa un cansancio físico intenso y agotamiento después de un mínimos esfuerzo (aquello que reduce las despensas calóricas, también disminuye las posibilidades de adelgazar). Como los músculos también participan en el mantenimiento de las articulaciones y las proteínas actúan en la constitución de un esqueleto, no podemos olvidar que las perturbaciones óseo-articulatorias (riesgo de fractura, por ejemplo) pueden ser frecuentes.

Verdaderos signos de malnutrición

Las “Recomendaciones para el diagnóstico, prevención y tratamiento de la obesidad” recuerdan los peligros nutricionales de los regímenes con bajo nivel calórico (menos de 1200 calorías al día): al situarse a niveles muy inferiores a las necesidades de descanso (metabolismo de base, es decir, el mínimo vital para que el corazón pueda latir, el hígado funcionar, los riñones filtrar…), estos regímenes habitualmente utilizados pueden desembocar a una desnutrición o malnutrición y pueden conllevar problemas cardíacos (taquicardia, hipertensión…), pérdida de la masa ósea, carencias severas, vértigo… Es necesario no olvidar la cantidad mínima de energía y de proteínas recomendada y respetar la aportación correcta (de vitaminas, minerales, ácidos aminados). Además, es imprescindible evitar las carencias o problemas inquietantes que pueden desarrollarse si no se ingieren como mínimo 1500 calorías al día y 65 gr. de proteínas en el caso de la mujer, y 1700 calorías al día y 75 gr. de proteínas en el hombre.

Riesgo de esterilidad reconocido

Durante el congreso “Mujeres y Nutrición”, organizado por el Centro de Estudios de Investigación y de Información Nutricional (CERIN, en Francia) en octubre del año 2000, los especialistas ya adelantaron que a fuerza de regímenes drásticos, las mujeres cada vez tenían más dificultades para engendrar un bebé. La restricción alimenticia les hacía perder el equilibro del sistema hormonal y provocaba problemas en la ovulación. Esta perturbación en la fabricación de hormonas sexuales se debe a la disminución de la masa grasa, lo cual puede conducir a la desaparición de la menstruación (amenorrea) y también a la restricción calórica. Ante esta restricción, el cuerpo acaba entrando en una “hibernación” metabólica para ahorrar las reservas. Es precisamente este arte de hacer una economía “interna” para sobrevivir lo que perturba la fabricación de hormonas sexuales. Del mismo modo, las mujeres embarazadas que se aplican una restricción alimenticia deben tener en cuenta que el riesgo de pagar este déficit repercutirá en su bebé, que sufrirá un retraso en el crecimiento. 

Trastornos psicológicos

Pasar hambre durante un largo periodo de tiempo acarrea carencias y secuelas físicas importantes; sin embargo, no debes olvidar las consecuencias psicológicas, que son también muy inquietantes y desafortunadamente frecuentes. Para alcanzar una delgadez ideal, que refleja a menudo una imagen corporal llamada ideal pero que no se corresponde con la “realidad genética”, muchas personas, en especial las mujeres, adoptan estos regímenes que nada tienen de dietéticos (del término griego “diaita”, que significa “modo de vida”). En general, tienden a adoptar un comportamiento muy restrictivo respecto a su alimentación y las sensaciones de placer, gusto, hambre y saciedad se eliminan a favor de obligaciones muy estrictas y difíciles de respetar durante mucho tiempo. Además, también se exponen innegablemente a padecer algún “patinazo” (relacionado con el estrés, la ansiedad, las tentaciones…) durante el cual comerán mucho más. El riesgo de entrar en una espiral de fracasos donde los “patinazos” se viven como un sufrimiento suplementario es real. Además, también pueden surgir varios trastornos del comportamiento si se siguen estos regímenes tan restrictivos, como la bulimia, la anorexia, la ortorexia, el comer compulsivamente, picotear… Estos regímenes  tan estrictos se desaconsejan completamente a mujeres embarazadas o que estén amamantando a sus bebés, a niños y adolescentes en plena etapa de crecimiento, a personas que padecen patologías crónicas (cardiovasculares o insuficiencias renales) y también a todos aquellos y aquellas que quieren aspirar a un imposible sin tener en cuenta sus propias características morfológicas, profesionales, gustativas, sociales, motivacionales… 

A falta de un régimen, evalúa tu actividad física e intenta moverte más para adelgazar en vez de obligarte a perder peso sobre la báscula. Come cuando tengas hambre, ¡pero disfrútalo, sin abusar! Sólo lo diremos una vez más: sólo una alimentación equilibrada, personalizada y con un buen seguimiento puede tener un efecto duradero sin poner en riesgo la salud. 

D. Galtier

El agua y la pérdida de peso

"Beber agua hace adelgazar", "hay que beber 1,5 litros de agua al día", "beber permite eliminar"… Estas frases aparecen siempre en las conversaciones. Pero, ¿realmente beber agua adelgaza? ¿Hay que beber determinadas aguas para mantener la línea? Claire Marino, dietista, te da las respuestas.
El agua y la pérdida de peso 
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El agua, a excepción de las aguas termales, no tiene virtudes adelgazantes. Sin embargo,  puede desempeñar un papel importante en una dieta, siempre y cuando no se consuma  la misma todo el tiempo.

Beber no hará que pierdas peso

Más de la mitad del cuerpo humano es agua y, para poder funcionar, nuestro organismo debe consumirla continuamente. El agua tiene diferentes funciones: mantiene la temperatura corporal alrededor de los 37°C, limpia nuestro cuerpo y elimina los desechos y las toxinas, asegura la hidratación de nuestras células, garantiza el buen funcionamiento de nuestras articulaciones y transporta los nutrientes, las vitaminas, los oligoelementos y los minerales necesarios para nuestra salud. El agua es por tanto imprescindible.
Sin embargo, “no adelgaza” afirma Claire Marino, dietista. Y añade: “el principio básico del agua es hidratar”. De hecho,  cada día perdemos 1,5 litros a través de la orina, las heces, la piel y la respiración así que debemos compensar esta pérdida. La alimentación aporta parte de las cantidades necesarias de agua pero el resto llega a través de las bebidas.
Mala noticia: es inútil beber litros de agua pensando que nos ayudarán a adelgazar o a mantener la línea. ¡Sería demasiado fácil!

El agua, una aliada para tu dieta

Durante una dieta, una verdadera dieta que implique una verdadera pérdida de peso, el agua puede desempeñar un papel importante. En un proceso adelgazante, “se han constatado cantidades de ácido úrico y cuerpos cetónicos más elevados” revela Claire Marino. "Beber más, permite aumentar la diuresis (secreción de orina) y eliminar con mayor facilidad estos desechos”, explica la dietista. "Recomiendo a mis pacientes que están a dieta beber, al menos, un litro de agua al día”. Puedes beber un vaso cada dos horas. Además, las dietas, especialmente las hipocalóricas, pueden acarrear un déficit de minerales. De ahí la importancia de compensar estas pérdidas bebiendo aguas ricas en minerales.
Beber un vaso de agua puede resultar eficaz para calmar las ganas de comer ya que produce una sensación de saciedad. No olvides que el agua no aporta ninguna caloría así que puedes sustituir el picoteo por vasos de agua. Y además ¡beber agua significa no beber zumos, cerveza…!

Variar las aguas

"A menudo escuchamos que hay que consumir esta o aquella agua de manera exclusiva durante una dieta. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, y en eso coinciden todos los nutricionistas” dice Claire Marino. Consumir una única agua rica en magnesio puede irritar el colon porque el magnesio tiene un efecto laxante. Es mejor variar las aguas mientras estamos a dieta. Cada una tiene sus propios efectos según los minerales que contiene.
  • El calcio permite compensar las posibles carencias que puede provocar una dieta.
  • Un agua rica en magnesio permite luchar contra el cansancio. Por otra parte, el magnesio es un calmante que puede ayudar a controlar las ganas imperiosas de comer relacionadas con el estrés.
  • Los sulfatos, gracias a sus propiedades diuréticas, contribuyen a la eliminación de toxinas del organismo y ayudan a mejorar el tránsito intestinal.
  • Un agua rica en potasio lucha de manera eficaz contra la retención de líquidos favoreciendo el drenaje de los tejidos. Además, ayuda al organismo y, sobre todo a los riñones, a eliminar los desechos (principalmente la urea y el ácido úrico) generados por una dieta rica en proteínas.
  • Los bicarbonatos facilitan la digestión.
Finalmente, no tenemos por qué beber agua mineral embotellada: el agua del grifo filtrada también es buena. En conclusión: bebe más si comes menos y ¡bebe de manera inteligente!
A.-S. Glover-Bondeau
El top 10 de los alimentos adelgazantes


Vientre plano




La piña tiene un alto contenido en bromelina, enzima que acelera la absorción de proteínas alimentarias (carnes, pescados, huevos, productos lácteos y proteínas vegetales) por parte del organismo. Para aprovechar bien estas propiedades, consúmela fresca, porque la bromelina se destruye con el calor o cuando está en conserva. La piña también contiene mucha fibra alimentaria indisoluble que favorece la eliminación intestinal.



Contra la retención de líquidos: puerro


El puerro contiene fructosa, sustancia emparentada con los glúcidos que ayuda a evitar la retención de líquidos. También es rico en potasio y pobre en sodio, lo que favorece la secreción y la eliminación de la orina. Todos estos atributos hacen del puerro una de las verduras más diuréticas. Consume en lo posible la parte verde, rica en fibras y menos azucarada que la parte blanca.

Contra las grasas: pimiento


El pimiento permite eliminar una parte de los azúcares y las grasas antes de que sean asimiladas por el organismo. Esta verdura tiene capsaicina y capsinoides, sustancias de sabor picante capaces de estimular las secreciones digestivas. Además, es muy poco calórico (21 kcal por 100g) y tiene propiedades diuréticas. Para cargarse de provitamina A, con virtudesantioxidantes, cocina el pimiento rojo, que es más rico que el verde.

Anticelulitis: té verde


Uno de los mejores aliados contre la celulitis es el té verde. Es rico en antioxidantes, lo que permite preservar la tonicidad de las células y luchar así contra la formación celulítica. El té verde favorece igualmente la eliminación de los lípidos acumulados en las células adiposas y, además, limita la absorción de los lípidos y glúcidos.

Para reducir tripa: manzana




Su alto contenido en pectina, un tipo de fibra alimentaria, propicia la eliminación de residuos alimentarios y estimula la actividad del tubo digestivo. Una manzana de talla mediana contiene, junto con la piel, entre tres y cuatro gramos de fibra alimentaria. Para optimizar al máximo la acción de las fibras, consúmela entera y cruda. Como sacia fácilmente y es poco calórica (54kcal por 100g), no dudes en comerla a menudo.


Para adelgazar: tofu

Preparada a partir de la cuajadura de leche de soja, el tofu tiene una enorme capacidad de saciar y contiene muchas proteínas vegetales (11g por 100g). Es rico en ácidos insaturados –grasas buenas– y, sobre todo, en omega 3. En cambio, aporta bastantes calorías, 120 kcal por 100g.

Contra la retención de líquidos: cerezas



Las cerezas facilitan la eliminación de la orina. Pero como son bastante calóricas (68 kcal por 100g) es mejor no abusar mucho de ellas. Prueba a hacerte tisanas con los rabitos de la fruta, que son muy diuréticos y ricos en flavonoides y sales de potasio.

Para quemar grasas: canela


Los estudios científicos recientes han demostrado que la canela ayuda a disminuir la tasa de azúcar en la sangre, lo que impide que se acumule en forma de grasas. Además, esta especiapermite poner menos azúcar y materias grasas a las comidas porque es muy sabrosa. Utilízala para aderezar los yogures o el queso blanco y agrégala a los platos, a las manzanas asadas, por ejemplo.

Anticelulitis: cebolla



La cebolla combate la celulitis eliminando el agua y las toxinas. Su acción diurética responde probablemente a su riqueza en fructosa, presente en la bulba, y a su relación potasio-sodio. La cebolla regula, además, la absorción del azúcar y activa la eliminación de grasas. Cocida es más digesta.

Para adelgazar: algas



Las algas son las campeonas del adelgazamiento ya que que tienen muy pocas calorías, sacian y facilitan el tránsito intestinal. Las más conocidas son el agar-agar, que reemplaza a la gelatina; el wakame, que puede consumirse en ensaladas o en sopas; el kombu, que deshidratado se usa para hacer caldos, y el nori, que sirve para envolver los rollitos maki.

El efecto “yo-yo”, peligroso para el corazón

En algunas ocasiones, las sucesiones de fases de pérdida y recuperación de peso pueden estar relacionadas con problemas depresivos. Al parecer, hoy en día, este efecto "yo-yo" también aumenta el riesgo a sufrir enfermedades cardiovasculares.
El efecto yo-yo: sus peligros 
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El "yo-yo" ponderal es un fenómeno frecuente en el caso de las mujeres que siempre están en busca de un adelgazante ideal. Pero, en general, los periodos de dietas sucesivas son cada vez menos eficaces y, cuando paras de hacer régimen, la recuperación de peso es cada vez más importante. Un estudio norteamericano* revela que además este síndrome también puede conducir a una disminución del colesterol "bueno", el que protege contra las enfermedades cardiovasculares y es opuesto al colesterol que se deposita en las arterias.

Consecuencia de una sucesión de regímenes restrictivos muy severos

Si dejas que tu organismo "pase hambre", él se adaptará reduciendo los gastos de energía del metabolismo. En cierto modo, aprende a funcionar de manera “económica”. Cuando este organismo vuelve a recibir una alimentación suficiente, no recupera de inmediato estos gastos de energía, sino que el organismo los almacena prudentemente en previsión de otros periodos de “vacas flacas”. Cuando la persona recupera el peso después de dejar el régimen, se siente tan frustrada después de haberse privado de tantas cosas que empieza a comer de forma compulsiva.

Efectos nefastos en el colesterol

Si bien los regímenes drásticos resultan ponderales, el peso aumenta lentamente y, para colmo, los niveles de colesterol “bueno” disminuyen… Estos datos fueron publicados en la prestigiosa revista Journal of the American College of Cardiology tras realizar un estudio sobre 485 mujeres, de las cuales 130 habían pasado por un "yo-yo" ponderal (el 19% de las mujeres habían sufrido al menos tres veces en su vida oscilaciones de peso de entre 4,5 y 8,5 Kg.; el 6% entre los 9 y los 22 Kg. y un 2% de más de 22kg.). Todas estaban realizando pruebas por unos dolores en el pecho que evocaban una coronariopatía (constricción por el depósito de grasa en las arterias coronarias que alimentan el corazón). De media, las mujeres “yo-yo” tenían un nivel de colesterol "bueno" un 7% inferior al de aquellas que presentaban un peso estable. Por otro lado, las mujeres más gordas eran las que habían sufrido variaciones de peso más importantes y presentaban los niveles más bajos de colesterol "bueno", considerado como un elemento protector del corazón muy importante.

Y un riesgo de enfermedades cardiovasculares potencialmente aumentado

Si bien la diferencia media de niveles de colesterol HDL es en este caso mínima (-7%), representa un factor de riesgo cardiovascular que no debemos omitir. Existe una relación inversa entre la concentración de colesterol HDL y la frecuencia de complicaciones cardiovasculares.
Este estudio, sin embargo, no ha podido demostrar la relación de causalidad directa entre el “yo-yo” ponderal y las coronariopatías. Para ello sería necesario seguir a un conjunto más numeroso de mujeres durante un periodo también mayor, ya que las arterias se atascan, afortunadamente, de manera muy lenta.
Sin embargo, los autores animan a las mujeres a estabilizar su peso en vez de saltar de régimen en régimen, a menos que sufran un verdadero problema de obesidad. En este último caso, sólo un régimen “poco a poco” permite una pérdida de peso progresiva sin un rebote ponderal. 
L. Mir
*Journal of the American College of Cardiology

 ¿Hay que hacer ejercicio para adelgazar?


Hemos escuchado de todo acerca del peso, especialmente los “mitos” que circulan sobre la actividad física. ¿Es verdad que hacer deporte adelgaza? ¿Cuáles son los beneficios de moverse si queremos perder peso? ¿Puede ayudarnos a no recuperar los kilos perdidos?... Todo lo que necesitas saber para dar los pasos adecuados.

La falta de actividad: una causa del sobrepeso

¿Es necesario hacer deporte para adelgazar? 
© Thinkstock
Paradójicamente engordamos cada vez más y, sin embargo, comemos cada vez menos (un 20% menos desde los años 70) ¿Cómo se explica este fenómeno? En primer lugar, consumimos menos glúcidos y más grasas. La otra causa, y probablemente la más importante, es el sedentarismo. Varios estudios muestran la relación entre el descenso de la actividad física en la población y el incremento de la obesidad. En Estados Unidos, algunos estudios incluso han mostrado una relación directa entre el sobrepeso y el número de coches por hogar o el número de horas que se pasan delante de la televisión.

La actividad que protege

Si la falta de actividad física hace que ganemos peso, ¿hacer deporte o moverse ayuda a mantener la línea? ¡Parece ser que sí! Un estudio ha observado a 10 000 personas durante siete años para analizar los factores que pueden hacer variar el aumento de peso. Como regla general todos engordaban y el único factor que frenaba la aparición de los kilos de más era el hecho de realizar una actividad física regular o de haber retomado dicha actividad durante el período analizado. Así que, ¡nunca es tarde si la dicha es buena!
Hay que tener en cuenta que esta protección de la actividad física contra el aumento de peso también funciona también en lo casos en los que existe una predisposición genética al sobrepeso. Algunos trabajos han demostrado que algunos niños con padres obesos han conseguido mantener un volumen corporal normal gracias a la práctica regular de una actividad física.

Perder peso moviéndose: los beneficios no son inmediatos

La actividad física ayuda a no coger peso pero ¿también puede ayudar a perderlo? A priori no, el ejercicio no es ningún método milagroso para quemar los kilos de más. Los estudios que han comparado el efecto del ejercicio físico acompañado de una dieta específica muestran que no existe un efecto beneficioso suplementario en el peso. Hay que ser realista, 1 kg de grasa equivale a 8000 o 9000 Kcal. O lo que es lo mismo:
Así que es inútil esperar un milagro. Sin embargo, sí que tendrá efectos a largo plazo. La ventaja de una actividad física asociada a una dieta es que reduce la pérdida de masa magra (los músculos). Por lo tanto, al perder peso, lo que reducimos es esencialmente la masa grasa. Es importante conservar los músculos, no solo para mantenerse en forma, sino porque cuanta más masa magra tengamos mayor será nuestro gasto energético en reposo y, por lo tanto, más calorías quemaremos sin hacer nada.

¡Cuidado con recuperarlos!

Aunque realizar una actividad física durante una dieta no hace que perdamos más peso, tiene otras ventajas a largo plazo: evitar que recuperemos los kilos perdidos. De hecho, varios estudios han demostrado que combinar una actividad física con una dieta ayuda a mantener los kilos a raya mucho después de haber acabado la dieta.
Al contrario, hay que destacar los efectos perjudiciales de una dieta sin actividad física: al hacer una dieta sin ejercicio perdemos, de forma inevitable, masa magra (los músculos), y si después de la dieta volvemos a ganar peso, no recuperaremos el músculo perdido… ¡sino más grasa! Y por poco que se alternen la pérdida y la recuperación de peso (el famoso efecto yo-yo), con cada dieta perdemos un poco más de músculo que no volveremos a recuperar. Es esta masa magra la que tendrá un papel esencial en el gasto energético en reposo: cuanta menos tengamos, menos calorías quemaremos y, por lo tanto, más difícil será perder peso, incluso siguiendo dietas extremas…

Un efecto real sobre la salud

En cualquier caso, la actividad física es excelente para la salud, sobre todo si sufres de sobrepeso. Practicando una actividad física reducimos, sobre todo, los riesgos cardiovasculares. Un estudio ha llegado incluso a demostrar que el riesgo en un sujeto sedentario de peso normal es más elevado que en una persona obesa que realiza una actividad física regular. Porque la actividad física va a actuar sobre otros factores además del exceso de grasa: reduce la tensión arterial, baja los niveles de triglicéridos, actúa en el colesterol pudiendo prevenir también el síndrome metabólico o “prediabetes”. Y los beneficios van más allá de la simple prevención de riesgos cardiovasculares, ya que la actividad física reduce también el riesgo de cáncer de mama y el de colon.
Así que plantéate realizar al menos media hora de actividad física al día si vas a empezar una dieta. Pero que no te entre el pánico, la puedes fraccionar en períodos de seis minutos. Y si nunca antes has hecho ejercicio, sigue nuestros consejos para empezar poco a poco. Y cuando acabes la dieta, ¡no pierdas las buenas costumbres adquiridas y continúa haciendo ejercicio!
A. Sousa

¡Perder peso de manera rápida y totalmente segura!

El peso ideal es aquel con el que nos sentimos bien. ¿Sabías que cada gesto de tu vida cotidiana puede ser eficaz para adelgazar de manera equilibrada y sin riesgos? El movimiento incide de manera muy importante en el peso, de ahí el interés de escoger y realizar una o varias actividades físicas. ¡Descubre nuestro programa adelgazante!
¡Pierde peso de forma rápida y segura! 
© Thinkstock
Reducir calorías no es la única solución para perder peso. Pero tampoco es necesario pasarse la vida en un gimnasio. Es el momento de recurrir a un medio eficaz y agradable para adelgazar: una actividad física sana, constante y asociada a una alimentación equilibrada.

¡Para perder peso, no hay que ser un atleta!

Para perder peso, lo que cuenta la resistencia. Es inútil hacer sprints y querer batir récords de velocidad para adelgazar ya que así no quemarás grasa. Lo que se aconseja es practicar una actividad física de tipo aeróbico. La oferta es infinita: bicicleta, caminar, jogging, senderismo, natación y la cinta para correr.

Pon el bienestar por delante del esfuerzo

Escoge la actividad física que más te guste y establece primero unos horarios para que formen parte de tu planning semanal. Haber llegado hasta aquí ya es un gran paso. He aquí un método que se puede aplicar por igual a las máquinas de remo, la bici, el jogging y la cinta para correr:
  • Durante un mes tres veces por semana:
Comienza con 25 minutos controlando que tus latidos se sitúen entre el 60% y el 70% de tu frecuencia cardíaca máxima teórica (220 – tu edad).
Para una mujer de 30 años: 220 – 30 = 190 x 70 : 100 = 133. Tu zona de trabajo es de 133 pulsaciones por minuto, no debes superarlas. (Utiliza un pulsómetro).
  • Encuentra el ritmo adecuado:
La intensidad del esfuerzo no debe ser ni demasiado baja, ni demasiado alta. El ritmo tiene que ser regular, constante y moderado sin llegar a fatigarte. Después de un mes de entrenamiento, tu cuerpo se habrá habituado progresivamente al esfuerzo, pudiendo añadir 5 minutos más cada semana a tus sesiones.
El objetivo a largo plazo es aguantar 45 minutos o más. Es preferible entrenarse una hora con un ritmo moderado que 20 minutos con un ritmo rápido. Es mejor para el físico y para el corazón. Así mejorarás tu capacidad respiratoria y cardiovascular. Redescubre el placer de moverte a lo largo del día.
Moverse no quiere decir agotarse. Simplemente, hay moverse mejor. Vete caminando a trabajar. Bájate, por ejemplo, en la parada de metro o de autobús anterior a la de tu trabajo, y lo mismo para la vuelta. No estás haciendo deporte y, sin embargo, repitiendo estos desplazamientos aceleras el adelgazamiento. Evita los ascensores si tienes que subir tres o cuatro pisos y tampoco utilices las escaleras mecánicas. En resumen, intenta multiplicar las ocasiones para caminar más.

Para optimizar los efectos vigila tu alimentación

Intenta seguir una alimentación sana: no se trata de hacer una dieta sino de seguir una alimentación normal, equilibrada y moderada para que disfrutes y no para que te frustres. Comer mejor sin un desequilibrio nutricional. No nos podemos privar de todo, así que mantén tus alimentos preferidos sabiendo moderar su consumo. No te saltes ninguna comida.

Mejora tu aspecto con éxito

La grasa se va a ir quemando dando paso a los músculos y mejorando así tu aspecto físico. Después de un tiempo conseguirás entrar mejor en tu ropa. Puedes completar este programa adelgazante utilizando cremas reductoras que optimizarán tus esfuerzos. Pero seamos claros, estos tratamientos anticelulíticos y antigrasa por sí solos no acabarán con tus kilos rebeldes.
T. Albert