domingo, 16 de junio de 2013

Gota: Cuando el vaso se colma

P. Quijada

Última revisión lunes 18 de julio de 2011

La apetecible cerveza fría para combatir la sed en los calurosos días de verano, aunque sea sin alcohol, es uno de los enemigos de las personas que padecen gota, una dolencia reumática caracterizada por ataques de dolor intenso, hinchazón, enrojecimiento, gran sensibilidad al tacto y aumento de la temperatura local en una o más articulaciones. Esta patología que en la mitad de los casos se focaliza en el dedo gordo del pie y dificulta la marcha, es la causa más común de artritis inflamatoria en varones menores de 40 años.
Gota: Cuando el vaso se colma

Se debe a una alteración en el metabolismo del ácido úrico, un producto de la degradación de las purinas, constituyentes a su vez de los ácidos nucleicos el material genético que se acumula en la sangre (hiperuricemia) y cuando rebasa determinados valores séricos (6 mg/dl para la mujer y 7 para el hombre mg/dl) se va depositando en las articulaciones, tejidos blandos y tracto urinario en forma de microcristales de uratos, que son responsables de la inflamación y el dolor.
En la mayoría de los casos, la hiperuricemia causante de la gota se debe a una dificultad del riñón para eliminar el ácido úrico. Con menor frecuencia su origen está en una formación excesiva de esta sustancia por parte del organismo, que requiere entonces una mayor eliminación por el riñón y ocasionalmente puede producir cálculos de ácido úrico.

Hombres jóvenes
Más frecuente en los varones que en las mujeres antes de la menopausia por la protección que confieren los estrógenos, el prototipo de paciente que sufre el primer episodio de gota es un varón entre 30 y 40 años, casi siempre con sobrepeso. «La gota tiene cierto componente de agregación familiar y probablemente se hereda algún defecto genético que interviene en la eliminación del ácido úrico a través de la orina. Al excretarse peor da lugar a un incremento del nivel de ácido úrico en sangre, que si persiste durante mucho tiempo se deposita en forma de uratos en las articulaciones y tejidos periarticulares y de ahí surge el ataque de gota», explica Mercedes Jiménez Palop, reumatóloga del hospital Puerta de Hierro de Madrid y coordinadora de Gota de la Sociedad Española de Reumatología. 

Aunque la hiperuricemia afecta a un 7% de las personas, sólo una mínima parte de ellas acaba desarrollando gota, «probablemente por esa base genética y otras condiciones fisiopatológicas propias de cada persona», aclara Jiménez Palop.

La alimentación influye de forma determinante en el mantenimiento de los niveles altos de ácido úrico en sangre y en la aparición de los ataques de gota. Es fundamental moderar las proteínas de origen animal, salvo los derivados lácteos: «Las personas que toman mucha carne roja, pescados azules, maricos, caza o vísceras, aumentan la producción de uratos. Sin embargo, se ha visto en diversos estudios que las frutas, verduras y legumbres no influyen prácticamente en la elevación el ácido úrico porque no tiene cantidades importantes de purinas». Por lo que es recomendable seguir una dieta mediterránea, basada principalmente en el consumo de proteínas de origen vegetal. Con el control de la dieta se consigue una disminución de la hiperuricemia cercana a 1 gr/dl, equivalente a la que se logra con la dosis mínima de la medicación utilizada para rebajar los niveles de ácido úrico

Además, de controlar la alimentación ha moderarse el consumo de alcohol y fundamentalmente de las bebidas de alta graduación, que también contribuyen a la hiperuricemia porque disminuye la eliminación de ácido úrico por la orina. Sin embargo, se ha visto que el vino tinto tomado con moderación no varía mucho los niveles de ácido úrico en sangre, aclara esta especialista. No es el caso de la cerveza, que incluso sin alcohol y a pesar de su origen vegetal, puede ser un precipitante de las crisis, debido a que el lúpulo, su constituyente principal, es rico en purinas, advierte Jiménez Palop. Incluso los refrescos pueden empeorar esta patología porque llevan fructosa como edulcorante, que incrementa el nivel de ácido úrico en sangre. De ahí que el verano sea una época en la que la gota pueda presentarse con más frecuencia, pues «con el calor se pierde más agua por el sudor y cuando las condiciones de pH e hidratación de las articulaciones se alteran puede desencadenarse un ataque». 
El sedentarismo unido a niveles altos de ácido úrico incrementan el riesgo de aparición del síndrome metabólico (triglicéridos altos, hipertensión arterial e hiperglucemia) relacionado con una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares. Por lo que la práctica de ejercicio junto una dieta equilibrada permite en algunos casos el control de esta patología.
Evitar que se cronifique
A pesar de que la gota es una de las pocas dolencias reumáticas que se cura, menos de la mitad de los personas con gota está correctamente tratadas por el especialista. Aunque ante el primer ataque se recurre a atención primaria, es el reumatólogo el que debe llevar un control y seguimiento de esta patología: «Hay que mantener los niveles de ácido úrico por debajo de 6-6,8 para que los depósitos de uratos se disuelvan y el paciente esté libre de gota durante años». De lo contrario la persistencia de los cristales de urato puede dañar de forma irreversible huesos y articulaciones.

Al principio los ataques de gota se pueden espaciar en meses o años, por lo que «no se le da mucha importancia, porque es autolimitado en el tiempo, tratado con antiinflamatorios dura de dos días a una semana y al paciente se le olvida». Pero con el paso del tiempo se van haciendo más frecuentes, más largos en duración y van implicando a más articulaciones. Pueden incluso formarse depósitos de cristales en distintas localizaciones extraarticulares que pueden hacer de la gota una patología crónica. Además, los tofos pueden provocar la ulceración de la piel y la salida de cristales de urato. Una situación a la que se puede llegar si las crisis no se controlan y la hiperuricemia persiste por espacio de 6 a 10 años

Una punción en la articulación para comprobar que hay cristales de urato, que diferencia a la gota de otras artritis agudas, permite diagnosticar esta patología y prescribir un tratamiento farmacológico, que de forma sostenida durante algunos años, junto con una dieta equilibrada y ejercicio físico, se puede erradicar.
LAS CLAVES

¿Qué es la gota? 
Es una enfermedad conocida desde la antigüedad que se caracteriza por episodios bruscos de dolor intenso, hinchazón, enrojecimiento, gran sensibilidad al tacto y aumento de la temperatura local, en una o más articulaciones debido al depósito de sales de urato en el interior de las mismas.
¿Por qué se produce? 
Los cristales de urato se forman cuando los niveles de ácido úrico en la sangre son elevados (hiperuricemia). Aunque la hiperuricemia es frecuente (7% de la población), solamente una minoría llega a formar cristales y padecer gota. La persistencia de la hiperuricemia provoca más ataques, que afectan cada vez más articulaciones. Si mediante tratamiento los niveles de ácido úrico se reducen a valores normales, los cristales se van disolviendo hasta llegar a desaparecer, y con ellos la posibilidad de sufrir nuevos ataques de gota.
Tratamiento 
La gota es una enfermedad con un tratamiento muy eficaz. Debe enfocarse como dos problemas independientes:
Tratamiento del ataque agudo: analgésicos comunes como el paracetamol pueden aliviar algo el dolor. Los antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno, suelen reducir rápidamente la inflamación articular.
Tratamiento del aumento del ácido úrico en sangre (hiperuricemia): Abstinencia del alcohol -en especial cerveza- y dieta con calorías adecuadas. Esencialmente existen dos fármacos que reducen los niveles de ácido úrico: el alopurinol, que disminuye la cantidad de ácido úrico que se forma, y
los llamados uricosúricos, que mejoran la eliminación renal de ácido úrico. La eliminación total de los cristales de ácido úrico de la articulación puede requerir un tiempo prolongado de tratamiento con fármacos.
nota
La información médica ofrecida en esta web se ofrece solamente con carácter formativo y educativo, y no pretende sustituir las opiniones, consejos y recomendaciones de un profesional sanitario.
Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional sanitario, considerando las características únicas del paciente.

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